jajajaja Bueno!! esta semana he estado de maravilla por lo que pretendo darles más partes de seguimiento a ITD! Yayh!
Para las que me siguen, se los agradezco ;w; me hacen tan feliz... Yo... por eso me estaré esforzando ;w;!! Las adoro!!
Espero este pequeño fragmento sea de su agrado, creo empezaré a actualizar de ahora en adelante los lunes y jueves... Esperen por más!!
Nos vemos mis preciosas lectoras!! Las amodoro!! <3 <3 <3 <3
Douzou!! Sus postick son amore!
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Douzou!! Sus postick son amore!
Capítulo 5: “Palabras
Mudas” [Parte I]
La noche
era tan hermosa, tan tranquila. La luna se deslizaba con delicadeza sobre la
alfombra tapizada de millones de brillantes estrellas grandes y pequeñas.
Incluso el viento cálido acariciaba con sutileza las pieles de los amantes de
la noche. Mas, ahora el demonio no podía sentir esa pacífica tranquilidad en
él.
Sus ojos
platinados no paraban de observar las dos esferas carmesí que le miraban
intensamente. Tan penetrantes y tan extrañamente llamativos. ¿Todos los
vampiros gozaban de esa mirada pesada? Claro que no.
Hasta
ahora podía estar plenamente seguro que los ojos que siempre lo habían visto
eran pesados, profundos, cargados de alguna energía que le hacían enfurecer y
despreciarse. Pero, hace poco, había conocido unos ojos distintos.
Los
vampiros cargaban con miradas opresivas, siempre creyéndose lo mejor de lo
mejor, que todo estaba en sus manos, y el vampiro sobre su cuerpo no era la
excepción. Sin embargo, los ojos que Yamada le había mostrado eran distintos.
No destellaban el mismo brillo pesado ni opaco, si no, algo mucho más brillante
y, puro. Incluso cuando tuvo miedo, lo observó con delicadeza. Aun cuando lo
amenazó, sus ojos mostraban tranquilidad en vez de terror, como si por el
interior pudiese estar consciente que no le haría nada. Rebuscó y penetró muy
en el fondo de su ser.
Chinen:
-Yuto… él… no permitiré que muera- una sonrisa de triunfo apareció sobre sus
labios, haciendo que el demonio cerrara los suyos y respirara hondo.
Estaba
listo para morir, y sabía que el vampiro no se detendría.
Pero lo
que no sabía, era que algo sucedía muy cerca de ellos.
Nakajima
ya se había dado por vencido, sus esperanzas de ver con bien a Yamada habían
fluido desde sus ojos hasta su boca, probando el amargo sabor de la verdad.
Jamás volvería a ver a su mejor amigo. Nunca, ya nunca podría ser regañado por
él. Ya nunca podría ser acompañado, protegido ni tampoco acompañado de la misma
forma.
Imágenes
del pasado invadieron sus ojos, su mente y corazón. Su pecho pesó y no pudo
evitar inclinarse hacia el cuerpo semidesnudo del mayor, enterrando su cabeza
en el pecho herido y negando incrédulo de no sentir su corazón latir.
Nakajima:
-Vuelve…. Yamada… vuelve…- llamaba sin razón, sabía que nada cambiaría pero,
deseaba que algo mágico pasara. No era absurdo pensar en la magia, después de
todo, Chinen se había enamorado de él debido a ella.- Vuelve… regresa a mi
lado…- sollozó una vez más, dejando caer sus lágrimas calientes sobre la piel
helada del vampiro.
Y como si
sus súplicas se oyeran, un pequeño quejido apenas audible se escuchó venir de
los labios de Yamada.
Yuto se
levantó sorprendido, viendo apenas la figura acuosa de Yamada en el suelo. Se
secó las lágrimas a prisa y lo observó atento. Esperaba volver a escucharlo,
verlo moverse. El más mínimo movimiento le daría esperanza, cualquier cosa… Y
entonces, se movió. Un simple temblor en los labios que pronunciaron un “no”
leve. Aquel indicio, era suficiente.
Nakajima
explotó a llorar con fuerza, abrazando el cuerpo del mayor con fuerza, y riendo
luego de verlo bien. Aún había esperanza, pero si no se apresuraban realmente
se perdería.
Nakajima:
-¡Chií! ¡¡CHII!! ¡¡Yamada está vivo!! ¡¡Yamada sigue vivo!!- gritó emocionado,
alzando la vista- ¡Vamos! ¡Tenemos que apresurarnos si queremos…! ¡CHINEN!- al
fin se dio cuenta de la situación en la cual estaba el menor.
Por su
parte, chinen mantenía la vista fija en el demonio haciendo caso omiso a las
palabras que recién había pronunciado el alto. En el mismo estado hipnótico
estaba el demonio, quien mantenía los ojos totalmente cerrados y esperando por
su muerte.
Nakajima:
-Chinen… Chinen… ¡CHINEN! ¡NO LO HAGAS! ¡¡¡¡¡CHINEN!!!!!-
Y cuando
el menor lanzó su mano sin vacilar, fue golpeado por una fuerza que no se pudo
explicar. Sintió su cuerpo ser rebotado como una pelotita siendo lanzada por
los aires, dando contra el suelo y rondando por éste.
Nakajima:
-¡Chinen!-
Arioka:
-¿Qué?-
Yaotome:
-¡¡Daiki!!- había llegado justamente a tiempo. Algo le había dicho que tenía
que seguirlo. -¡Maldito idiota! ¡Por eso te dije que debíamos seguirlo!-
gritoneó.
Takaki:
-No me grites, llegamos a tiempo ¿No? Es lo que cuenta…- apareció detrás de
Yaotome- Igualmente no me hiciste tanto caso.-
Yaotome:
-Si te hubiera hecho caso, lo hubiese lamentado- empezó a acercarse entonces al
demonio menor.- ¡Daiki! ¿Estás bien?-
Arioka:
-¿Qué hacen acá?- habló confundido.
Takaki:
-¡NOOO! ¡LO PERDIMOS!- su voz sonó como si llorara, aunque era evidente que
sólo bromeaba. Esta broma fue inentendible para los dos presentes, quienes sólo
le observaron extrañado. –Es que no reconoce dónde estamos…- movió su índice en
círculos pretendiendo hacer que los otros miraran alrededor.
Yaotome:
-¡¿Puedes quedare callado por una vez en tu vida BAKAKI?! –Volvió la vista hacia
el menor- Vivimos acá… ¿Acaso es raro que salgamos a dar un paseo nocturno
cuando sea?-
Mientras
ellos conversaban, Yuto había quedado mudo. Tenía entre sus brazos a Yamada, y
casi a 5 metros de su posición, estaba tirado Chinen. ¿Qué podía hacer? Sólo miraba
hacia donde el menor se encontraba, y luego hacia los demonios. No estaba
seguro de lo que debería hacer.
Pero
entonces el menor se removió, quejándose.
Chinen:
-Ah…- apenas dijo, abriendo los ojos y empezando a alzar su cuerpo empezando
por su tórax, que fue soportado por sus brazos flexionados y enseguida sus
rodillas le siguieron para quedar a 4 puntos. Sacudió la cabeza, no entendía lo
que había sucedido.
Pero el
problema era que también los demonios se percataron de eso.
Yaotome:
-Uhm- sonrió- ¿Un vampiro? Estás muy lejos de tu casa ¿No te parece?- susurró,
levantándose- Atacar a un demonio sin venir preparado ha sido un grave error-
estiró sus manos al frente, entrelazadas.
Arioka:
-¡Hika…!- su boca fue cubierta por la mano del otro demonio.
Chinen:
-¿Qué?- abrió sus ojos al ver a los otros dos demonios. Sabía que estando en
ese lugar estaba vulnerable, y efectivamente, su guardia personal no estaba con
él. Si los hubiesen seguido, no habrían llegado tan lejos. Ahora caía en el
error que habían cometido al ir sin haberles avisado o dejado un rastro para
que llegaran aunque más después que ellos. Crujieron sus dientes y se levantó.
Aún si no
estaba listo para pelear, no tenía que dejar que ellos lo supieran.
Yaotome:
-No me gusta pelear con alguien que no tiene ventaja sobre mí, o que ni
siquiera alcance mi poder- se tronó los dedos, llevando su purgar a la boca-
pero te has atrevido a intentar matar a un demonio de mi propiedad… Me has
ofendido- sonrió, delineando con su pulgar sus labios- Espero que estés
preparado para morir, vampirito.-
Chinen:
-¡JA! ¿Qué me puede hacer un demonio de clase baja como tú? –Sonríe, sacudiendo
de su uniforme el polvo que había tenido.- Dudo si quiera que puedas tocarme…-
Yaotome:
-¿Tocarte? No necesitaré ni siquiera moverme de mi lugar… -sus ojos platinados
resplandecieron. El ambiente a su alrededor se volvió pesado y un aire
siniestro comenzó a provocar que cierta parte del polvo comenzara a elevarse.
Arioka:
-¡Mmh! ¡N…o! ¡T…a…k! –el demonio se removía para zafarse de las manos del
demonio mayor, hasta que finalmente lo mordió en la mano haciendo que el mayor
se quejara y la apartara a prisa. -¡Hikaru! ¡No lo hagas!- pero para cuando lo
pudo decir, el otro demonio ya había realizado su movimiento.
Fue cosa
de pocos segundos en los cuales el vampiro menor no supo cómo es que había
sucedido aquello. Sus ojos apenas podían mantenerse abiertos, el aliento le
faltaba y su mirada estaba dirigida hacia el frente, viendo apenas siluetas
borrosas que se difuminaban rápidamente.
Su cuello
estaba siendo presionado por una fuerza invisible, no… No era del todo
invisible. Podía sentir en sus manos que por inercia había subido hasta la
garganta, el deslizar de pequeños granos de tierra que lo rodeaban, causando la
inexplicable presión en él. ¿Qué estaba pasando?
Nakajima:
-¡¡CHINEN!!- Sus ojos tampoco lo podían creer.
El menor
de los vampiros había sido levantado a unos 5 centímetros del suelo.
Yaotome:
-Atacar a un demonio de noche es el peor error que pueden llegar a cometer.
¿Alguna vez te has preguntado la razón del por qué nos tienen tan apartados y
con tanta seguridad? –sonrió, comenzando a caminar al frente, dando pasos
suaves pero aterradores para el espectador que no podía dejar su posición y
ayudar a su amado. Y para el atacado, eran pasos apenas audibles.- Nos
mantienes encerrados por el mismo hecho que nos han estado cazando todo éste
tiempo…- Finalmente llegó al frente del vampiro, moviendo apenas el índice para
hacer balancear el cuerpo liviano que mantenía preso con la tierra.
Nakajima:
-Chií…- Su garganta tragó dificultoso la saliva. Nunca quiso que el menor se
involucrara y mucho menos ponerlo en peligro. –Por favor… No… Detente…-
Yaotome:
-Esto es por haberme desafiado… Que te quede claro… Los demonios… Nunca perdonan.-
Sus labios se curvaron habiendo pronunciado aquello cerca del oído del vampiro.
–Adiós… Vampirito…- Y terminando de decirlo, se relamió los labios haciendo que
el collar de tierra comenzara a apretarse más y más a prisa.
La tierra
se deslizó velozmente empezando a provocar líneas rojizas en el cuello del
vampiro. Estas líneas se marcaron cada vez más, incrementando así el dolor del
menor y provocando un alarido ronco emitido por la desesperación. Su vida
comenzó a pasar frente a sus ojos, sus pies se movían alterados y sus manos
intentaban deshacer o al menos tocar lo que lo ahorcaba, pero no podía si
quiera acercar las manos lo suficiente.
Nakajima:
-Detente… Chinen… Chií… Y…u…- Sus ojos se abrieron. La silueta agonizante del
menor se remarcó en sus pupilas y… Su corazón se apretó.
Su
aliento se detuvo. Si no los detenía, Chinen moriría. Si no hacía algo, lo
matarían. Si no soltaba a Yamada y lo dejaba a un lado por un instante, sería
la última vez que vería a Chinen.
Chinen:
-¡A…g…h! –Abrió sus ojos apenas, desviando la mirada a Nakajima. Deseaba,
imploraba que se levantara corriendo en su ayuda, más, al estirar su mano hacia
él pidiendo ayuda, el vampiro… No hizo nada.
Yuto se
quedó ahí, estupefacto e incrédulo, apretando con sus manos el cuerpo de
Yamada. Mantenía sus órbitas oculares más que expuestas.
Nakajima:
-Yuri…- susurró para sí. Debía moverse, pero ¿Qué podía hacer? Siempre en esas
situaciones quien se lanzaba al ataque era Yamada. Él nunca respondía, por más
que la situación fuese de vida o muerte, nunca había sido capaz de responder.
Por esa razón es que Yamada estaba con él, lo cuidaba, lo protegía. Yamada era
la razón de su seguridad en el instituto, en la ciudad, en el mundo. Si Yamada
no estaba ¿Él qué podía hacer? Nada. Nada más que observar. Ver como ante sus
ojos, la vida de la persona que ama podía llegar a perderse.
Lágrimas
inundaron sus ojos. Agua salada y amarga cargando con la culpa de no poderse ni
siquiera levantar, sólo abrazar al mayor de los vampiros y sollozar.
Mas, esa
imagen causó una sola reacción: La tristeza y agonía de Chií.
El
corazón de Chinen se partió. Se desquebrajó hiriendo todo su pecho con él.
¿Había sido un idiota acaso? Lo era… Lo era… ¿Lo era? ¡Qué alguien diga lo contrario!
Qué alguien, por favor ¡Qué alguien le diga que no será abandonado!
Pero poco
tiempo quedaba, pues estaba a 3 respiros de perder la consciencia. Siendo el
segundo en el cual su mano cayó a un lado de su cuerpo y la otra dejó de
ejercer presión. Sus piernas se detuvieron de todo movimiento y su vista… Se
nubló.
Nakajima:
-Lo siento… Lo siento… ¡¡YURI!!-
CONTINUARÁ
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!! YURIIIIII!!!!!!!!!!!!!!!!!
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