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DARKNESS EYES Capitulo 1 Tercera parte


CAPÍTULO 1: ENCUENTROS FORTUITOS (Parte 3)


<<La vida a veces nos muestra varios caminos a la vez. Esas son las decisiones que vienen conjuntadas para darnos más opciones, cariño. Para mí, elegir a tu padre fue la opción que me sedujo más, que hizo que mi corazón siguiera de frente aún sabiendo mi propio destino>> las palabras que su madre le había pronunciado hace tanto, ahora llegaban como piezas de recuerdos borroneados, entre sonidos de risas, calma, quietud. Unos suaves brazos rodeando su pequeño cuerpo, y un suave beso dado sobre su frente. 

De aquella mujer tan amable y hermosa, solo quedaban siluetas y fotografías enmarcadas en la pared, pues, desde hace años, se había terminado por destrozar cada fracción de su mente en mil pedazos. Incluso ella había querido deshacerse de su propia existencia en más de una ocasión.

Lo cierto es que los pactos destruían vidas. Condenaban a la peor de las existencias posibles, y eso lo tenía muy marcado Ryosuke. Por eso, cada que veía como los vampiros “bromeaban” o se preparaban para formalizar lazos con sus lacayos, lazos de eterna esclavitud sin oportunidad de elegir nada más en el futuro, provocaba en el vampiro una ira irracional que no temía en demostrar. <<¡¡¿Ustedes qué saben de ese lazo?!! ¡¡No hablen solo por hablar!!>> Palabras duras que incluso el favorito de Lord Vladimir había tenido que soportar.

-¡¡Estás loco!!- se exaltó, hablando tan alto como pudo sin importar que fuesen o no escuchados por quienes se encontraban en la habitación, alarmando al demonio quien en un impulso extendió sus manos para callar su boca.

-¡No lo estoy!- reprochó en susurros. -¿No es así como hacen pactos los vampiros? Un simple apretón de manos no será suficiente… ¡No si solo pretendes jugar!- estaba claramente nervioso al pensar en ser descubierto. Miraba me manera furtiva hacia la cortina, esperando que la silueta de nadie se reflejara en ella. -No pienses que no hemos estudiado sobre ustedes… Sus poderes, sus habilidades, incluso el tipo de linaje y más. Sabemos tanto como hemos podido recabar en libros, y el juramento de sangre es lo único que puede ser tomado en serio entre ustedes, ¿O me equivoco? -

El coraje y la ofensa que había sentido por instantes el vampiro comenzaban a desaparecer con cada palabra que el demonio mencionaba. ¿Pacto de sangre? Era cierto que ellos respondían de manera seria ante uno, pero el pacto de sangre que intentaba hacer aquel demonio era menos que simple. La sangre ofrecida y sellada en un beso era distinguida de los amantes o uniones familiares entre diferentes líderes, nunca tomada para un simple “pacto para comprobar magias” entre diferentes razas. E incluso si así fuera, el pacto tendría que ser hecho en el último día del Festival de sangre, celebración específica donde las uniones son formalizadas ante toda la raza vampírica, o en secreto, pero siempre bajo el reflejo de la luz carmesí.

Su cabeza se aclaró, sintiendo ahora una pequeña oleada de vergüenza por saltar a conclusiones rápidamente y notando el nerviosismo del demonio. Bien, no fue maduro creer que un demonio sabría hechos concretos o quisiera demostrar u ofender a nadie. Ni si quiera sabía que los vampiros no bebían la sangre de ninguna criatura que no fuera la de su raza. No lo podría culpar por aquello. Hasta cierto punto, eso llegó a ser divertido, sonriendo ya tocando el hombro de aquel chico que brincó ante su tacto.

-Perdón. Tienes ligera razón en tus palabras, pero no todo es cierto- mencionó luego de que el demonio soltara sus labios con cautela. -Un pacto de sangre es importante, pero el pacto que acabas de hacer (o intentaste hacer) es para amantes- su rostro mostraba tranquilidad pese a que estaba intentando no reír debido a la expresión sorprendida y avergonzada que ahora estaba mostrando el demonio.

-¡Ama…!- no pudo continuar con sus palabras. El tono rojizo que acompañaba a la vergüenza ya lo estaban consumiendo en rostro y cuello. ¿Amantes? ¿Un contrato de amantes? ¿Había pactado un trato de amantes? ¡No! ¡No podía ser verdad! ¿Se había transformado en el amante de un vampiro? ¡¡Que lo asesinen ya mismo!! No quería sufrir la ira de quienes se enteren de aquello.

El demonio balbuceaba, sintiendo ahora su cabeza pesada. Se estaba mareando. ¿Acaso era otro efecto del contrato? ¡¡Que se pudra el mundo!!

-Oye… ¿Te encuentras bien?- Y el vampiro se percató de aquel mareo por parte del demonio.
Probablemente las emociones y el gasto de energía por fin estaban haciendo efecto, no estaba seguro. Pero la piel del demonio, antes de un tono cálido, ahora se tornaba pálido y frío. Tuvo el vampiro entonces que sostenerlo un poco, estirando su mano y acariciando suavemente la mejilla del demonio.

Este tacto, tan minúsculo como delicado, provocó que ambos se vieran directamente a los ojos.

No era efecto de ninguna magia externa, tampoco fue efecto de ningún tipo de pacto. Fue un simple hecho químico en ambos que los hizo sentir… Nerviosos.
Un nerviosismo propio de una única conexión en el cerebro conocida como “atracción”. Un fuerte deseo que inundó ambos cuerpos con sensaciones electrizantes que hicieron a sus pieles reaccionar. Mientras el demonio sentía el frío desprendido de la mano del vampiro, éste sentía el calor emitido por el cuerpo del demonio. Pequeños choques de temperaturas que no sintieron desagradables, al contrario, tan confortables eran que comenzaron a grabarse en sus cerebros como las únicas sensaciones que desde ahora podrían sentir “deseables”.

Sin entender el por qué, ambos rostros comenzaron a aproximarse lentamente, hasta el punto en que sus respiraciones chocaran con la piel contraria, provocando un nuevo cosquilleo.
Sus mentes se nublaron, ambos ojos comenzaron a grabar aquel instante, como una cámara diminuta, finalmente sintiendo el roce de ambos labios.

Pero la sensación se quedó ahí. La mezcla de calor y frío se desvaneció tan rápido como se unió a ellos. Una suave brisa hizo despertar del trance al vampiro, quien ahora miraba con ojos desconcertados a quien se encontraba hincado frente a él. Su mejor amigo Nakajima, quien le hablaba y sacudía.

-¡Ryosuke! ¿Me oyes? ¿Estás bien? ¿Qué haces aquí sentado?- No planeaba que todas las preguntas fueran respondidas, pero al menos alguna debía hacer reaccionar a su amigo.

-¡Yuto!- habló sorprendido, viendo a todos lados, buscando aquella silueta de ojos celestes que lo había dejado hipnotizado. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba el demonio? ¿Había sido una alucinación suya?

-¿Estás bien? No respondías cuando te llame, por eso vine a verte.- Había llamado a su nombre tres veces desde el otro lado de la cortina, pero al no recibir respuesta había decido entrar, viendo el estado inmóvil de su amigo. También creyó haber visto una sombra en la ventana desde la rabadilla de su ojo, pero al voltear hacia ella, no vislumbró nada más que las luces del edificio contiguo y las sombras en los ventanales vecinos, creyendo que alguno de esos movimientos fue lo que captó por sus ojos.

-Ah.- fue lo único que pudo decir luego de comprender un poco la situación. -Estoy bien, solo me quedé pensando en algo, eso es todo.-

Tras esa pequeña explicación, tanto Nakajima como Yamada quedaron en silencio. Uno porque no quería seguir hablando, el otro porque pareció entender la incomodidad del tema, aunque no comprendía la razón. Ya no hubo más intercambio de diálogos entre ellos, solo unos cuantos insultos por parte del vampiro más bajo, quien, al escuchar la situación, corrió a protestar sobre lo que anteriormente había ocurrido.

Pero aquella sensación de extrañes e incógnita no desaparecieron del vampiro. ¿Qué había pasado? Y peor aún, de haber sido cierto el encuentro con el demonio, ¿En dónde se encontraba y cómo se había esfumado sin que se hubiese dado cuenta? Era casi imposible que algún movimiento se hubiese escapado a sus agudos sentidos.



Fue en un instante. Un solo momento en el que sintió su cuerpo congelarse.

Sus ojos se apartaron por un momento del cuerpo del vampiro y vieron a través de la ventana.

Fue una simple figura, tan conocida para él que no pudo evitar sentir un terror indescriptible invadiendo sus sentidos. Aquella figura postrada en la ventana, era la de su líder.

En aquella sombra oscura solo se distinguía el brillante celeste que los caracterizaba. Una sombra deforme, con extensiones a los lados que se perdían detrás del pequeño marco de la ventana. Si bien Daiki no había visto perfectamente la forma “completa” del líder, sabía que cuando la mostraba, era porque se encontraba en peligro de muerte, o sus emociones estaban desbordando de su cuerpo.

Apenas pudo parpadear cuando un enorme vórtice oscuro ya se encontraba al frente suyo, separando los cuerpos de ambos como una pared. Una mano en garra apareció y lo sostuvo por el rostro antes de sentir que su cuerpo era absorbido, terminando por aparecer en la azotea de aquel edificio.

-¡Ay!- se quejó al caer de rostro contra el suelo.

-Al fin te encontramos- escuchó la voz del líder desde su espalda.

Sus ojos llenos de miedo voltearon casi instantáneamente, como una presa al darse cuenta de la presencia de su depredador, esperando ver la figura demoniaca del líder, pero no consiguiéndolo.

El líder se encontraba ahí, efectivamente, pero su cuerpo era el normal, manteniendo una pose perezosa con los brazos apoyados sobre sus rodillas, las cuales reposaban sobre sus tobillos. Lo estaba mirando de frente, encorvando la columna para acercar más el rostro en aquella posición sentada.

Daiki tuvo que parpadear varias veces, incluso luego de que Hikaru diera ligeros golpecitos sobre su frente, intentando sacarlo de aquel trance en el cuál permanecía.

-¡Oye! Oye, oye, oye, oye- siguió repitiendo el líder, jalando incluso unos mechones de la cabeza del menor de los demonios. -¡¡Cabeza de penis!!- terminó por gritar sin recibir la respuesta esperada. -¿Qué fue lo que le hiciste, idiota?- giró su cabeza sin soltar los cabellos del otro, buscando al posible responsable de aquel episodio de congelamiento. -¿No te dije que usaras una distracción para los presentes en la habitación? ¿Acaso lo usaste en él?- inquirió.

La persona responsable, Yuya, el tercer y más alto de los demonios, solo movió sus hombros de manera despreocupada, sin prestar mayor importancia pues su trabajo solo había sido montar una distracción y vigilar si alguien los llegaba a ver de nuevo.

-¡Hikaru!- gritó finalmente Daiki, llevando sus manos a su cabeza pues el líder había jalado de más sus cabellos, sintiendo que intentaba arrancar una máscara. -¡Suficiente! ¡Lo siento! ¡Lo siento!-

-Oh vaya, al fin.- Y así como sintió las manos del demonio menor, lo soltó de inmediato, viéndole azotar su barbilla en el suelo. -Ya que despertaste, es hora de irnos.- Tras levantarse de un solo movimiento, dibujó lo que parecía ser un circulo con el dedo, abriendo finalmente un portal y pasando a través de él.

Daiki simplemente se levantó sin decir nada, tallando su barbilla y siguiendo los pasos de Hikaru, pero se detuvo justo antes de entrar, buscando con la mirada al demonio mayor.

-¿No vienes?- su pregunta no era para ser respondida, si no para alertar que ya estaban por irse, pues aquel chico alto se mantenía quieto en su sitio.

Yuya apenas y movió un poco su cuerpo, dirigiendo más bien la mirada hacia Daiki.

-No.- dijo casi instantáneamente. -Me voy en el mío. El de Hikaru me da nauseas- Susurró, moviendo sus manos y desapareciendo su cuerpo en un instante.

Daiki sabía que Yuya tenía habilidades únicas y extrañas. Podía hacer ilusiones tras reflejar fracciones de luz con sus manos. También podía moverse a una velocidad impresionante sin necesidad de abrir un portal. Pero lo más extraño de todo, era esa forma de vórtice que podía crear. Una pared invisible parecida a un cristal muy fino, por el cual desaparecía sin dejar rastro, siendo el único en poder atravesar y garantizando su huida con éxito. O al menos eso decía, pues ninguno de ellos había podido seguirlo a través de aquel portal único.

También era cierto que cuando atravesaba un portal de cualquiera de ellos dos, al salir de éste, por muy corta la distancia que sea, caía al suelo con mareos, nauseas y dolores de cuerpo y cabeza, como si un torbellino lo hubiera hecho girones dentro de aquel agujero.

Tras verlo desaparecer, solo pudo suspirar, caminando a través de aquel vórtice.

Bastaron unos pocos segundos de caminar a través de una oscuridad nebulosa antes de observar un punto ligeramente gris entre aquella penumbra. Era la salida.

Al salir, se encontró llegando al cuarto compartido de los otros dos demonios. Un lugar de una sola habitación de unos 6 metros de largo, por 6 metros de ancho y 2 metros de alto. Contaba con un catre, un sofá, una mesa improvisada con una tabla y dos piedras cuadradas labradas, una silla hecha de piedra y un closet sin puerta (pues era la que habían ocupado para hacer la mesa).

La visión común para las habitaciones de todos los demonios era un cuarto simple con esas medidas, la cama y el closet. La única salida al exterior que tenían era dos grietas transversales en lo más alto de la pared, de apenas unos 15 cm de anchura y unos 30 cm de largo. La profundidad, siendo la misma que la de las paredes, alcanzaba a casi el metro. Y es que todas las paredes conectadas con el exterior medían eso. Las paredes que dividían las habitaciones o el corredor eran de menos de 30 cm de grosor.

Incluso los baños, siendo comunitarios, eran apenas huecos hechos en el suelo sin un sistema de drenaje propio. De hecho, cuando los baños “se llenaban”, se tapaban y se cambiaba de lugar, haciendo que los demonios los reconstruyeran, sin oportunidad ni de defecar hasta que estuvieran acabados.

Las condiciones en las cuales vivían, teniendo al menos una habitación por cada persona (a menos que decidieran lo contrario), hacía que llamaran a aquel lugar “La penitenciaria”.

Si bien Lord Vladimir les había “concedido” un espacio a las afueras de la gran ciudad metrópolis de los vampiros, eso no significaba que les diera un buen trato de vivienda. Al menos debían conformarse con tener casa y comida una o dos veces al día. ¿Aliados del mundo? Un bonito eslogan para ocultar lo que aquel lugar era realmente.

-Uff, fue una buena noche- se escuchó la voz del líder desde el fondo, recostando su cuerpo en el sillón. -Pronto vendrán a levantarnos, así que vete ya, penis. No queremos llamar la atención contigo aquí.- musitó con somnolencia, acomodándose para dormir.

Yuya ya estaba acostado en el catre, dando la cara contra la pared.

Daiki no dijo ni una sola palabra más, dando media vuelta y abriendo la puerta para irse.

Estaba cansado, pero más que eso, parte de sus pensamientos se dirigieron a lo que había sucedido con el vampiro. ¿De verdad había formalizado un contrato de amantes? Eso podría explicar lo que sintió en esos momentos. Esa atmósfera extraña que los había envuelto.

De ser cierto, tendría que regresar para buscar una manera de cancelar aquel pacto.

CONTINUARÁ.

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