ajnsksvfb amenme *w* Les traigo un fic *A*!!! la segunda parte de lucky!!! espero les guste!!
jaja lo hice ahorita que tuve tiempo... intwntaré subir más pronto *A*!!!
Mientras~ disfruten!!
skajdbcskdbh las quiero mis lectoras preciosas *A*
jaja lo hice ahorita que tuve tiempo... intwntaré subir más pronto *A*!!!
Mientras~ disfruten!!
skajdbcskdbh las quiero mis lectoras preciosas *A*
CAPÍTULO 2: Por ahora, me conformaré con esto
Eran las pasadas 6 de la mañana. El sol
estaba por asomarse detrás de la cortina espesa que me mantenía fuera de la
realidad… Pero “Espera… Algo arde en mi cara”…
Abrí pesadamente mis ojos solo para
darme cuenta de mi cruel realidad.
Lo que en mi cara ardía, no era sino el
cruel rayo del sol que desde hace rato se posaba en mi rostro. Mis ojos estaban
intactos, se me había olvidado que
estaban cubiertos por mi bufanda y mi flequillo. Mi cuerpo dolía y mi
incómoda posición apenas y me permitía moverme.
Había escapado no hace mucho ante la
desesperación de mantenerme ahí, prisionero por siempre. Pero, una cosa había
olvidado… No tenía a donde ir.
Mi cabeza daba vueltas mientras me reincorporaba
sobre el pasto. Había caído rendido aunque no recuerdo en qué momento fue que
me dormí. Solo recuerdo que, tras haber estado pensando, me recosté sobre algo
suave y me dejé llevar por la sensación de alivio que tenuemente tiñó mi alma.
-Y ahora~ ¿A dónde he de ir?- susurré
para mí, viendo de lado a lado por todo el verde que comenzaba a iluminarse.
Mi estómago rugía. No había cenado
mucho en la noche y la mañana me estaba pidiendo a gritos que desayunara. Sin
embargo, poco caso le hacía a mi cuerpo en esos momentos. Deseaba con
desenfreno encontrar algún sitio en donde quedarme ¿Pero cómo? Solo soy un simple
chico que ha escapado de casa, solo, y sin ninguna habilidad con la cual pueda
contar.
Suspiraba recorriendo por enésima vez
todo el parque, intentando despejar mi mente. Ya no podía regresar, o no
quería. Si ya salí, no quiero perder esta oportunidad de partir. Aunque, mi
razón estaba inundando mi mente con pensamientos negativos en ese momento.
-Primero debo comer-
Y mi realidad de nuevo me atontaba. No
traía dinero.
Si acaso en la noche, tomé el primer
abrigo que pude para luego no volver nunca más la vista atrás en ese lugar.
-¡PERFECTO!- refunfuñé sin éxito. ¿Qué
caso tenía? ¡NADA!
Mi desesperación crecía cuando me di
cuenta que las horas pasaban y no podía decidirme si irme o permanecer ahí. Si
no me apresuraba, sería descubierto y alcanzado.
-Vamos… debe haber alguien… debe
haberlo…-
Y mis ojos se posaron en mis manos.
Ahora que lo recordaba, Kota podría ayudarme a salir de esto.
Si bien era el chico número uno de la
escuela, su amabilidad era lo que encantaba a todos en vez de las notas.
No me estaría aprovechando de eso
claro, pero la situación lo ameritaba.
Yabu Kota. Su nombre completo incluso
me causaba una reconfortante sensación. Debido a que íbamos en el mismo año de
la misma carrera, nos conocimos por casualidad en la primavera.
En ese tiempo, aún temeroso de mi
padre, no podía hablar ni comunicarme con nadie. La mayoría de las personas con
las que hablaba, parecían entrometerse en mi vida. Querían saber todo de mí, de
lo que hacía, de quien eran mis padres, mi familia. Tanto me chocaba que decidí
no hablar de nada con nadie y ser frío ante las personas.
Pero, cuando Kota se sentó a mi lado el
primer día de clases, le dediqué una mirada de inspección.
Llevaba una camisa azul claro debajo de
un chaleco negro. Su pantalón café y zapatos brillantes y presentables lo
hacían ver como un tipo de abogado primerizo. Sus lentes lo hacían parecer
demasiado ratón de biblioteca, y lo que era peor, ese día llevaba puesto el
peor perfume que jamás en la vida pude haber olido.
Sin embargo, solo bastó que me dedicara
una sonrisa, unas palabras y una simple pregunta para que ese olor asqueroso se
transformara en lo mejor que mi mente pudiese recordar.
Una combinación de hierbas aromáticas:
manzanilla, menta y hierbabuena. Ese aroma comenzó a embriagarme a tal punto de
que, cada que lo reconocía, mi corazón latía al saber que era él quien estaba
cerca. Pero, junto a ese embriagante aroma, se escondía otro menos agradable
para mi nariz.
Kota venía acompañado de su amigo de la
infancia, y al único que le permitía tener tanta confianza como para dejarle
acariciarlo. A la vita parecían buenos amigos, pero, ante mis ojos, eran la
pareja del año.
-No puedo molestarles… Hikaru se
encontrará a su lado- susurré con las manos cruzadas delante de mis labios.
Lo menos que quería era importunar más
los choques que solía tener con Hikaru.
Permanecí inmóvil, sobre una banca en
el parque, notando como las horas pasaban lentas. Mi estómago pedía a gritos
comida y no me dejaban pensar con claridad.
-¡Ya!- grité para mí, metiendo con
agresividad mis manos dentro del abrigo, encontrando algo que nunca pensé me
serviría.
Al sacar aquello que había pinchado mi
dedo, noté que era el anuncio arrugado del día anterior.
Lo desdoblé con cuidado, leyendo el
anuncio.
Mi mano temblaba, no podía creer en lo
que mi cabeza estaba formulando en esos instantes.
Mi única salida parecía ser aquello. La
dirección que atrás del papel hicieron mi cuerpo tiritar. Estaba en otra
ciudad. Viendo con cuidado, parecía que aquella persona de verdad deseaba tener
un sirviente, pues poner el anuncio en otra ciudad solo significaba que
necesitaba desesperadamente de una respuesta.
-No lo harás… - me respondí con una
sonrisa sarcástica sobre mi rostro.
No lo haría, no lo haría… ¿O sí?
Apreté mis labios, dando una carcajada
de ironía debido a lo que ayer había dicho -¡SOY EL IDIOTA MÁS GRANDE DEL
MUNDO!- grité.
El lugar que señalaba no estaba muy
lejos. Claro, eso sería si tuviese dinero para al menos pagar el metro, pero
debido a que no llevaba encima nada, lo único que pude hacer fue resoplar y
caminar un largo camino hasta aquel lugar.
Tardé un día entero en llegar. Para
cuando estaba entrando en la cuidad, la luz del sol se había extinguido y las
luces tenues de la calle ya habían sido encendidas.
Me tomé mi tiempo. Caminar tanto, sin
nada dentro del estómago, era la peor combinación que jamás habría imaginado.
Pero pude resistir, al menos hasta llegar al parque de la cuidad y quedarme
dormido en un tipo de colina, en la cual suponía nadie me molestaría hasta el
amanecer.
Cuando el sol al horizonte se alzaba,
supuse que era hora de seguir.
Por un instante, juré haberme perdido,
pues la dirección que ahí marcaban estaba bajo una pequeña colina. Un arco
parecido a la entrada a un templo adornaba un camino que subía hasta perderse
entre las ramas de los árboles de sakura.
-No puede ser esto real- suspiré.
Lo menos que quería era subir, además,
no estaba seguro de que fuera real el anuncio. Bien pudo ser una broma pesada
de cualquier niño a un templo. Pero, ya no había vuelta atrás.
Al llegar a la cima, esperando
encontrarme un templo o algo similar, quedé anonadado por lo que ahí veía.
Un departamento se levantaba sobre una
base regulada. Al frente, había una rejilla delimitando el jardín bastante bien
cuidado, con flores de varios colores en las orillas y en el centro un verde
pasto, tan verde que parecía sacado de un cuento de hadas.
El departamento tenía al frente dos
grandes ventanales que en el medio delimitaban por una delgada franja de pared
a la puerta. Unas escaleras bajaban de ese lugar hasta el camino hecho de
piedras que conducía a la entrada. Debajo de las escaleras, se podía distinguir
la segunda parte de la casa, escondida apenas por un pequeño montículo de la
montañita.
Por momentos permanecía estupefacto.
Desde fuera se veía que la casa era pequeña, pero realmente elegante. ¿Qué tipo
de chico es Takaki y por qué razón tiene una casa en este lugar? Lejos de todo,
de hecho, estaba totalmente apartada de la cuidad, lo que me hizo tardarme más
de lo debido.
Estaba absorto en mis pensamientos, que
no me di cuenta cuando la perilla de la puerta comenzó a abrirse. Solo
reaccioné cuando, por detrás del marco de la puerta, una figura comenzó a
hacerse visible.
Un chico alto, de cabellos castaños y
alborotados, rostro definido pero daba cierto aire de terror. Sus ojos
pequeños, apenas estaban abiertos. Parecía que apenas se acaba de despertar,
además del hecho de que venía en calzoncillos y camiseta, dejando ver lo
delgado pero torneado de sus piernas y brazos.
Cuando sus ojos se posaron sobre mí, me
sentí nervioso. Su mirada era profunda, penetrante, pero daba ligero alcance de
amabilidad. Una combinación extraña.
Ladeó la cabeza sin entender el por qué
me encontraba parado en ese sitio, pero no me preguntó nada. Sólo me observaba.
-Yo…- al fin decidí hablar, luego de
sentir que mi cabeza y cuerpo reaccionaban.
-¿Quién eres? ¿Qué se te ofrece?- me
miró ahora fríamente.
-Yo… ¡Ah sí! He venido por… -baje mi
mano hacia mi abrigo, buscando el papel, pero cuando al fin lo encontré, aquel
chico ya estaba al frente de mí, con la mirada enojada y jalando mi brazo.
-¡No queremos nada! ¿Cuántas veces van
a venir? ¡NO VOY A FIRMAR NADA SIN CONCENTIMIENTOS DE MI PADRE!-
-¿Qué?-
En solo un instante, estaba siendo
arrastrado hacia la parte de rampa en la colina. Reaccioné a tiempo para
detenerle.
-¡Un momento! No puedes hacerme esto…
¡No me toques! ¡No tienes el derecho!- forcejé para liberarme, tirando la nota.
Pero por más que peleaba, aquel chico
de fuerza descomunal me dejó tirado en la mitad de la subida, dando una patada
que casi llega a mi cara.
-¡VETE!- Me dio la espalda y se regresó.
Me quedé, con la boca abierta y las
manos hechas puños. Carraspee los dientes y me levanté. Sacudí mi ropa y
comencé a caminar cuesta abajo.
Tanto tiempo me había costado llegar a
ese lugar, para ser recibido de esa manera.
-¡Soy un idiota por hacerle caso a una
broma!- refunfuñé.
Zapatee en el pavimento, lanzando un
puñetazo al aire y negando a creer lo que había sucedido.
Pero, justo cuando estaba por doblar e
irme luego de haber bajado, fui completamente detenido y sorprendido.
Un paso, iba a dar un paso cuando, por
la rabadilla de mis ojos, noté unas extremidades que se extendían hacia mí, en
ambos lados.
Apenas me dio tiempo de reaccionar,
estaba siendo abrazado con fuerza por aquel chico que hace poco me había
echado. Casi me asfixiaba.
-¡Al fin llegaste! ¡Eres tú! ¡Gracias!
¡Gracias por haber contestado!- su voz se escuchaba como la de un niño infantil
que le han regalado un obsequio de navidad.
-¿Ah?- apenas pude pronunciar, quitando
las manos y girando con fuerza.
Tal vez no debí de haberme girado,
porque, si me hubiese seguido de largo, no hubiese visto aquella imagen y… No
hubiese llegado a vivir en ese lugar.
Aquel chico, antes amenazante, ahora
tenía lágrimas en los ojos. Me veía como si yo fuese un tesoro encontrado de
años de búsqueda. O al menos me sentía así.
Aquella imagen me hizo sentir extraño,
como si algo en mí, se removiera.
-Vamos… ¡Vamos! ¡Debes de conocer la
casa!-
-¿Eh?-
-¡Vamos!-
-¡Es…!-
Fui jalado. Ahora subíamos la colina.
Me estaba tomando de la mano, Por
extraño que pareciera, no opuse resistencia… solamente deje que me condujera.
TO BE CONTINUE
Asfgddafhvyivcg te amo!!!!
ResponderEliminarEsta cont fue lo máximo. Pobre Kei XD sufrió hasta que llegó allí lol Ayyy~~~ Amo este fic *^*
Yuyan emocionado, me lo imaginé tan bonito *^* asdfgxsggvjnnkouy
Conti, conti, conti, conti, conti (baila como en Inaba el “cake“)