Hola!!!! Al fin vuelvo ;A;!! disculpen... disculpen a esta mala bloggera de fics que no se aparece hasta parece que cada año ;A;!!!! Lo siento!! valen ya las excusas... el punto es que les traigo fic!!
*W* tada!! Les entrego la siguiente parte xDD poco a poco se vuelve más peligroso el que Daiki y Ryosuke estén juntos... waaa!! Vean porque lo digo *W*!!! Por otro lado.... awwww libertad~ es su libertad~ *A*!! coso!!!
jajaja les dejo acá ya el cap... Disfruten!! >w<!!
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Capítulo 3: “Peligro inminente” [Parte II]
Los pasillos de la escuela se encontraban
vacíos. Nada, absolutamente nada del internado demoniaco se estaba moviendo
“arriba”. Solo unas cuantas sombras pasaban volando por entre las ventanas,
veloces y fugaces como un ave rapaz de vuelo, y es que, en esos momentos, se
estaba llevando a cabo el mayor entretenimiento de los demonios. Incluso los
profesores y cuidadores se encontraban presentes en aquel oscuro lugar, donde,
detrás de la gran puerta de hierro, el murmullo del gran número de personas ahí
reunidas, comenzaba a escucharse con fuerza.
Aquel sitio era conocido como “la
fortaleza”. Un lugar en donde, en el centro, había lo que parecía ser un tipo
de coliseo antiguo rodeado de una red de acero fuertemente unido y forjado con
hechicería maldita que evitaba a quien sea que entrara, al menos en lo cabe
mencionar en cuanto a demonios, que escaparan. Antes este lugar era usado con
fines de tortura y de juicios, pero con el tiempo, el juzgado se trasladó hacia
otro lugar, construyendo sobre éste coliseo el internado a sabiendas de lo que
podía hacerse en ese lugar. Ahora, era ocupado por los estudiantes ara realizar
los juegos infernales. Éstos consistían en varias muestras de poder, donde
peleaban entre sí, ya sea para ganar un premio o para dominar frente a los más
débiles, en un nivel casi siempre jerárquico. Aunque solo eran peleas cuerpo a
cuerpo, ya que en gran medida, aquellos demonios no sabían usar ningún tipo de
habilidades o magia. De hecho, no eran capacitados para ello.
Los únicos que podían hacer magia, eran el
trío de líderes en ese lugar: Yaotome, Takaki y Arioka. El último siendo
entrenado por los otros dos. Es por eso que debían mantener el secreto de sus
habilidades. Así, aunque fuesen realmente poderosos, no podían demostrarlo al
cien por ciento, sin embargo, sus
habilidades de combate eran excepcionales.
El juego más esperado por todos, era el
último en hacerse. Los competidores se aglomeraban alrededor de la arena, y al
toque del presentador, comenzaban a correr hacia el objetivo. Un demonio atado,
usualmente el más débil de todos, que se encontraba al centro de todo, sobre
una cama apenas cubierta con una manta, en grilletes y sin poder escapar. Aquel
demonio que alcance primero al objetivo quien se encontraba junto al
presentador, era el ganador. Éste, debía tomar y proclamar al demonio como suyo
y finalmente, violarlo frente a todos. Así es como el juego concluía y todos
quedaban satisfechos. Cabe destacar que el año pasado, quien había sido
colocado sobre esa cama había sido Arioka, y el vencedor de aquel juego tan
llamativo había sido Takaki.
Este suceso, hizo que Arioka les odiara y
les temiera con mayor fuerza. Cuando Arioka recién había llegado a ese lugar,
había sido sometido a distintas pruebas que le hicieron poco a poco sentir que
su vida se desvanecía. Aún podía recordar a sus padres siendo consumidos por
las llamas, y el dolor de estar solo en ese sitio tan inmenso le hicieron
sentirse aún peor. Lo que le hizo cambiar de una persona “inocente” a un chico
que odia con fuerza su vida, fue lo que Takaki y Yaotome le hicieron, pues no
conformes con que Takaki le haya hecho perder la virginidad de su entrada,
estaba condenado a servirles hasta que ellos quisieran. Ser su juguete,
divertirse con él cuanto podían y practicar con ellos sus tontos hechizos de
escape. ¿Para qué le serviría eso? Lo que él quería era acabar con su vida.
Pues ahora, postrado en la cama, se
encontraba observando su mano con un aire de incógnita y, segundos después, con
un rostro de asustado.
El anillo que había perdido había sido
otorgado hace un año. Habían marcado y señalando a Arioka como de su propiedad
debido a ello, si lo había perdido, estaría perdido. Y sabiendo que los juegos
ya habían comenzado y que Yaotome y Takaki estarían ahí, aprovecho para buscar
en todos lados por más que su cuerpo estuviese exhausto.
---
Chinen: -Se podría tomar como la cuarta
potencia de…- hablaba explicando una xerografías en el pizarrón, mientras todos
los demás ponían demasiada atención a lo que decía, cosa que pasaba
desapercibida por el mayor de los 3 vampiros ya conocidos.
Yamada parecía muy concentrado viendo el
tipo de anillo que había dejado el demonio. Lo giraba suavemente viendo una y
otra vez la escritura que tenía. Cada detalle, cada pequeño destello, parecía
un anillo enigmático. ¿Por qué le atraía tanto? No estaba del todo seguro.
Colocó el anillo sobre su dedo índice y lo volvió a ver una vez más antes de bajar su mano para
seguir viendo por la ventana, pues poco interesado estaba en la clase que el
maestro había dejado impartir al menor. De lo que no se había percatado, era
que estaba siendo observado por su mejor amigo, quien interrogante se acercó a
su persona.
Nakajima: -¿Qué tanto le ves a ese anillo?
Y ahora que lo veo… ¿De dónde lo sacaste?- inquirió finalmente, sobresaltando
al mayor.
Yamada: -¡Ah! ¿Eh? Bueno… Este… -aclaró la
garganta, nervioso, desviando la mirada y ocultando el anillo- Este es un
anillo que he encontrado tirado. Si alguien llega a reclamarlo, lo daré
enseguida.- termino por decir, desviando de nuevo la mirada para no ser más
interrogado.
Nakajima tuvo que conformarse con esa
respuesta, pues al ver la reacción de Yamada, supo que no le diría más que eso,
por más que intentara sacarle la verdad. Suspirando, volvió el rostro al frente
viendo con exaltación como Chinen le dedicaba una mirada furtiva, debido a que
lo ignoró en su explicación.
---
Arioka: -No- revisaba debajo de la cama
–No- revisaba en el closet -¡No! –revisaba en cada hueco, rincón y espacio
pequeño que había en su cuarto, el cuarto de tortura, el pasillo por donde había
estado antes e incluso en los rededores del internado. -¡NO!- gritó dando una
patada al aire seguido de un puñetazo a la pared. Había perdido el anillo que
representaba su seguridad. Claramente estaba asustado por el resultado de
cuando lo descubrieran.
Su mente estaba tan desesperada e
intranquila, que no podía pensar en claridad sobre el dónde lo había dejado.
Tal vez en el baño, tal vez en la almohada de nuevo. Y fue entonces cuando su
mente divagó tanto que pensó que pudo haberlo dejado en el internado de
vampiros. ¡Sí! ¡Era lógico! El nerviosismo que le invadió, pudo haberle hecho
sudar de más lo que provocó que el anillo resbalara y cayera. Ahora solo
faltaba encontrarlo, carraspeó sus dientes y comenzó a dar vueltas en la
habitación. La única manera de llegar era usando los vórtices, pero no era
capaz de usarlos aún (al menos no consciente). Pero tampoco es que hubiese alguien
más que los usara.
Suspiró profundamente resignándose, al
menos podría salirse más fácilmente debido a que todos estaban entretenidos en
sus juegos. Vio una oportunidad bastante
facilitada, de no ser porque en aquel pasillo, las personas que menos deseaba
encontrar, habían aparecido de la nada.
Yaotome: -¿Ya te has recuperado?- sonrió
burlón, acercándose al menor.
Takaki: -Los juegos ya han comenzado, no te
vimos en la inauguración-
Arioka: -No es como si me emocionaran
–desvió la mirada, notablemente molesto.
Takaki: -Solo dije que no te vimos, no te
pregunté si te emocionaban o no-
Yaotome: -Ya déjalo. Vamos, este año seré el
presentador y recuerda que te quiero en la pista para vencer.- le dedicó una
mirada seria al mayor, quien solo asintió para comenzar a caminar detrás de los
pasos de Yaotome. –No te obligaremos a ir Daiki… Pero al menos no andes por ahí
solo… No es seguro que vean a uno de los reyes sin guaruras… -proclamo- Ah…
Otra cosa… ¿Y el anillo?-
Arioka: permaneció un poco petrificado,
pues no sabía que responder sobre ese asunto. No creyó encontrarlos tan a prisa
ni que se hubiesen dado cuenta enseguida. Frunció los labios, desviando la
mirada. –Lo dejé en mi habitación, no quiero andarlo trayendo siempre-.
Yaotome: -Póntelo, me importa una mierda lo
que quieras…- terminó de decir y siguió de frente con el mayor a su espalda.
Daiki comenzó a caminar a prisa, aquella
había sido solo una advertencia de que lo tenían bastante vigilado. Lo que
significaba que debía apresurarse en encontrar el maldito anillo antes de que
algo más pasase, aunque su condición le impidiera ir a prisa.
----
Nakajima: -¡En serio! No te miento Chinen-
intentaba no retroceder más, estando a merced del menor.
Chinen: -¡No me pusiste atención debido a
que no me veías! –reprochaba de manera insistente, viéndole con la mirada
afilada mientras lo tenía acorralado en el pasillo, justo a un lado de la
puerta que daba fuera del baño.
Nakajima: -N-No es verdad… Si te puse
atención- sonrió nervioso.
Chinen: -Estabas entretenido viendo a
Yamada… ¡¡NO ME ESTABA VIENDO A MÍ!! –volvió a gritar jalando de la camisa de
Nakajima quien se vio obligado a bajar su rostro para quedar al frente de el
del menor. - ¡¿Acaso te gusta ese maldito vampiro escoria?!-
Nakajima: -N-No-
Chinen: -¿No? ¿Entonces por qué le pones
más atención que a mí?-
Nakajima: -N-No-
Chinen: -¿No? Claro que lo haces… ¡Lo
haces!-
Nakajima: -N-No…-
Chinen: -¡YUUTO!-
Nakajima: -N-No es escoria…- terminó al fin
de pronunciar la frase completa.
Chinen: Quedó observando al menor con un
rostro de incredulidad, al haber oído que la respuesta se remontaba a esa
oración completa, defendiendo al vampiro mayor. Crujió los dientes y pataleó en
el suelo. -¡Eres un maldito idiota Yuto!-
Nakajima: -Chinen…-
Pero antes de poder seguir haciendo más, se
vieron interrumpidos por quien salió del baño.
Yamada: -Ya basta… me dan dolor de cabeza- Se
venía tallando las sienes. La razón por la que estaban en el baño, era porque
Yamada parecía estar enfermo, lo que era muy extraño.
A pesar de ser vampiros, si podían llegar a
enfermarse. Lo único que cambiaba era que sus enfermedades se asociaban con la
falta de hemoglobina, llegando a padecer
anemia o cualquier otra enfermedad similar. Yamada de hecho presentaba
cuadros de debilidad y palidez, por lo que se sospechaba no estaba comiendo la
suficiente cantidad de sangre o probablemente estaba consumiendo alguna sangre
enferma.
Nakajima: -¿No te sientes bien? Estás
pálido… - afligió el ceño. No le gustaba ver mal a su mejor amigo, al menos no
luego de haber casi muerto en una ocasión.
Chinen: -Oye… No preocupes a Yuto… Si estás
mal mejor ve a la enfermería- se cruzó de brazos recargándose en la pared.
Yamada: -Estoy bien… No necesito ir allá-
Nakajima: -Ryo-chan… No pareces bien, mejor
hazle caso a Chinen-kun- se acercó a tallarle la espalda.
Chinen: Al ver la acción de Nakajima, gruñó y lo atrajo a sí- ¡Ves a la enfermería!
Allá te atenderán, de eso me aseguro yo pero… ¡No quieras robar la atención de
Yuto!.- le sacó la lengua jalando más al menor.
Nakajima: -¡C-Chinen!-
Yamada: -Yo no quiero… - se detuvo de
hablar, sintiendo de pronto todo borroso y medio cayendo, afortunadamente pudo
sostenerse del fregadero.
Nakajima/Chinen: -¡Yamada!- ambos lo
sostuvieron y preocupados, lo condujeron a la enfermería en donde descansaría.
----
Arioka: -Parece que no está acá- suspiró
cansado.
Había llegado al fin al lugar luego de
haber traspasado todo ese sistema de seguridad del internado, y vaya que le
había costado no ser descubierto. Pero debido a lo débil que se encontraba, no
había sido captado al menos por el fuego que desprendía.
Buscaba por todos lados. Debajo de la cama,
de los muebles, en los pequeños agujeros que había y nada. No sabía dónde más
buscar. Se sentó en la orilla de la cama, cubriendo con su diestra la mitad de
su rostro mientras su codo se apoyaba sobre su rodilla. Estaba cansado,
necesitaba dormir un poco pero no podía. Lo que necesitaba era encontrar ese
estúpido anillo, aquel maldito pedazo de metal que le había sido asignado por
el líder de ese tonto grupo de 3.
Arioka: -Necesito un descanso…- susurró
antes de dejarse caer en la cama del vampiro, donde hace horas había estado
acostado. Y ahora que reflexionaba, ¿Cómo había llegado hasta ahí?
El demonio cerró los ojos completamente, no
recordaba que era lo que había hecho que llegara ahí. O más bien, no estaba consciente
de lo que lo había hecho llegar.
Esa noche, luego de haberse infiltrado e ir
huyendo del sitio, llegó a su habitación y se desplomó en su cama como ahora lo
había hecho sobre la del vampiro.
Su mente divagó en sus recuerdos y deseo
poder morir en paz, como todas las noches lo había hecho. Sin embargo, no pudo
mantener ese pensamiento por mucho en su mente. Unos ojos carmesí habían
invadido sin permiso la tranquilidad del menor. Recordó ese fuerte carmesí del
que estaban teñidos los orbes del menor. Recordó sus labios, su aroma, su
cuerpo. Aquella piel blanquecina y pálida parecida a la porcelana que lo
envolvían. Y entonces deseo vivir. Quiso volver a encontrarse de nuevo con él,
quiso volver a verle con un fuerte sentimiento en su pecho que lo inquietó
demasiado.
Al abrir los ojos, luego de haber recordado
aquello, se sorprendió de lo que veía. Frente a él, o más bien, frente a la
cama, unas pequeñas líneas oscurecidas habían aparecido. Éstas se deformaban al
centro, como si se absorbieran. ¡Sí! ¡Era un vórtice primario en construcción!
Sus ojos no podían creer lo que veían. Había
logrado formar vestigios de un vórtice con solo desear estar cerca del vampiro.
“Takaki: -Para crearlo, solo debes
concentrarte en estar del otro lado. No ubiques la salida o la entrada aún,
solo debes ubicar lo que quieres alcanzar… La libertad-“
Esas palabras eran incomprendidas aún por
el menor de los demonios, pero ahora podía entender a qué se refería. Con
libertad, quiso decir que debía salir de esa oscuridad de la cual estaba hecho
ese torbellino. Ya antes había logrado abrir con facilidad uno, pero había
caído en la desesperación cuando no pudo salir, sintiéndose encerrado. De no
haber sido porque Takaki y Yaotome estaban cerca, se hubiera hundido en la
eterna oscuridad, perdido en la desesperación de su propia mano.
No había querido desde entonces hacer otro
y los mayores lo sabían, por lo que Yaotome era el encargado de transportarlo a
donde sea que fueran. Así, era arrastrado y vencido por sus miedos, pero el
deseo de querer ver a ese vampiro, al menor una vez más, lo habían conducido a
crear un vórtice hasta su posición. El vampiro…. El vampiro significaba su
libertad.
Arioka: -No es posible…- sonrió y rió
dándose vueltas en la cama, crédulo ante lo que acababa de descubrir en la
manera menos esperada. Quedando finalmente bocarriba viendo el techo.
Su mente divagó de nuevo. Si eso era
verdad, entonces, ¿Qué debía hacer? La libertad no se le concedería tan sencillamente
como esperaba, es más, si los mayores se enteraban de eso, probablemente harían
de todo por separarlos. Si fuese necesario, hasta matarían al vampiro. Eso era
lo menos que deseaba Arioka.
Chinen: -No me dijiste que se encontraba
tan mal- susurró entrando a la habitación y haciendo que el demonio saltase de
la impresión y se ocultara debajo de la cama a prisa.
Nakajima: -No pensé que se sintiera mal…
Anoche y en la mañana tú lo viste, estaba bien- entró a la habitación siguiendo
al menor.
Chinen: -Bueno… al menos ya está mejor… No
todos los días Yamada se siente así- suspiró, como apenado.
Arioka se quedó en silencio y shock, ¿El
vampiro estaba mal? ¿Qué le había pasado? ¡Tenía que ver que se encontrara
bien! Necesitaba saber si estaba bien.
Nakajima: sonrió suavemente al ver la
reacción del menor –Te preocupas por Ryo-chan… ¿Verdad?-
Chinen: -Claro que lo hago- estaba
acomodando unas cosas y terminando de cambiarse, así que poca atención ponía a
sus palabras –Podrá ser un cachetón idiota pero te ha cuidado… Es como un
hermano mayor para ti, y eso lo transforma automáticamente en un he….- al darse
cuenta de sus palabras, simplemente se viró a ver al mayor de ellos, frunciendo
el ceño. -¡No cambies el tema! ¡¿Por qué lo defendiste?! –reprochó al fin, lanzándose
contra el mayor.
Nakajima: estaba sonriendo mientras
escuchaba al menor. A veces éste podía ser tan poco sincero respecto a sus
sentimientos. Pero su sonrisa se borró al notar como el menor se le abalanzaba.
-¡Ah! ¡Chinen!-
Chinen: -¡Dime Yuri cuando estemos a
solas!- exigió en tono de reproche.
Nakajima: -E-Espera… Chinen… Yuri… -decía
mientras era tumbado y tirado al suelo, quedando con el menor sobre él- Yuri…-
le miró. Indiscutiblemente, seguía realmente enamorado de Chinen.
Chinen: sonreía de verlo sonrojado debajo
de él - Di mi nombre… Solo a ti te permito decirme Yuri- susurró, acercándose
poco a poco. –Solo a ti te lo permito…- cerró los ojos sonrojado, apoyándose en
el pecho del mayor.
Nakajima: Sentía su corazón brincotear y
acelerarse cada que Chinen se acercaba a su persona –Yuri… -susurró de nuevo,
realmente eso le hacía sentir feliz. Pero no terminaba de contentarse por
completo pues sabía que aquello era una farsa y en cuanto el menor despertara,
terminaría odiando su existencia a más no poder, sin saber la verdadera situación
del menor.
Chinen: -Yuto…- quería terminar de decir la
frase “te amo”, pero antes de ellos, se vieron interrumpidos por golpeteos en
la puerta.
Oficial: -Señor Chinen, Nakajima… ¿Ya han
juntado las cosas?-
Chinen: carraspeó los dientes levantándose -¡Ya!-
gritó furioso, azotando los pies hacia la puerta y empujando al oficial -¡Quítense!-
refunfuñó pasando, dejando a los presentes extrañados.
Nakajima: Se levantó, lentamente mientras
suspiraba aliviado, siempre le salvaban –Ya tenemos las cosas de Yama-chan...-
Se terminó por levantar y con las cosas en mano, salió.
Todo quedó en nueva tranquilidad, o eso
podía parecer. Porque el demonio ahora estaba mucho más ansioso de ver al
vampiro. ¿Por qué razón? No estaba seguro…
Se levantó al no sentir ya la presencia de
nadie, sentándose sobre la cama. Por más que haber llegado hasta ahí le hubiese
sido sencillo, encontrar ahora en qué parte se encontraba el vampiro era una tarea
mucho más difícil. Sus se mantuvieron perdidos por un momento, pensando en la
manera de buscarlo, olvidándose por completo de lo que había ido a buscar, el
anillo. Algo era más importante que encontrar el anillo… Era el vampiro.
Fue cuando vio el nuevo vórtice formarse
frente a él. Parpadeó aun con brotes de sorpresa, sacudiendo su cabeza y
levantándose. Estaba despierto y demasiado alterado, pero si lograba
concentrarse tal vez podría lograrlo.
Antes de partir, pudo encontrar algo que le
sería útil, y una vez frente al vórtice, cerró los ojos concentrándose en la
figura del vampiro. Pensó en sus ojos, en su boca, en su mirada, en su cuerpo,
en sus manos, en sus labios, en el sabor y olor… Y atravesó.
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Yamada: -Ya me encuentro bien- bufó, quitándose
la mano de quien lo inspeccionaba.
Enfermera: -Me ha dicho el señorito que
debo cuidarte, así que deje que le inspeccione-
Yamada: -¡Ya estoy bien! Y dile a ese “señorito” que deje de portarse bien… que no
lo es –decía entre dientes, sentado sobre la camilla y con los brazos cruzados.
Enfermera: -¡Que mal educado! El señorito
es una persona importante, más vale que le tenga respeto.- Se mostraba muy
molesta, levantándose y colocando las cosas a un lado.
Yamada: -Me importa… un bledo y el bledo de
otro… Si no me quiere atender no lo haga. –terminó por decir antes de levantarse
y abrir la puerta, cerrándola a su espalda dejando a la enfermera ahí.
Lo que no sabía, era que un pequeño vórtice
estaba formándose a un lado de la cama, siendo guiado por la esencia del
vampiro dejada en las sábanas.
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Cuando el demonio al fin pudo ver la
salida, notó un lugar en blanco. Al abrir los ojos, se encontraba dentro de una
habitación de enfermería. Miró para todos lados, viendo la cortina moverse por
el ruido ligero que había hecho al pisar. Alguien estaba detrás de la cortina y
su mano estaba comenzando a alzarla. El demonio quedó observando escuchando
luego la puerta comenzar a abrirse.
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Las cosas parecen complicarse para estos
dos. El peligro abunda en cada rincón, inundando y siguiéndolos a cada paso que
dan. ¿Al fin descubrirán y atacarán al demonio? ¿Hikaru y Yuya podrán llegar a
tiempo antes de que agarren al menor de los demonios? Las cosas dicen lo
contrario… Pareciera ser que el demonio terminará su historia de amor antes de
siquiera haberla empezado… busquemos a otro protagonista entonces…
CONTINUARÁ
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