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In the dark -gaiden-

Hola minna-san~~ ya tenía siglos sin actualizar este ficu :3

Para las que no saben qué es un gaiden... es -en mis palabras- como una parte de la historia que no es parte de la principal, como una extensión -vamos, como un relleno-, es parte de la historia. Te explica la historia de los personajes secundarios :3

Vale~~ espero les guste... porque a mí me hizo reír Yutín~~ ya sabrán a lo que me refiero hahah

Comenten y disfrútenlo :)

PD: es la primera parte porque estaba muy largo... eran 18 páginas de word y quise cortarlo hahah. En breve les traigo la sengunda *cuando me acuerde* -huye y se mete a su iglú-
 GAIDEN I: “FERVIENTE DESEO” [Parte 1]

Me he sentido atraído a él desde el primer momento en que lo he visto. No sé si será por su perfecto rostro de ángel -aunque no lo sea-, con sus cortos cabellos negros carbonizados que caen de forma traviesa sobre su frente y cuello al moverse. Tal vez sea la bella voz con la que cuenta lo que ha cautivado mi corazón. Incluso a veces creo que estoy enamorado de su bella figura. Pero cuando se acerca demasiado a mí, pasa a mi lado y me saluda contento, es su sonrisa lo que  más hace que mi corazón palpite.
Siempre observándolo de lejos. No pudiendo acercarme a él incluso si pongo todo mi esfuerzo en hacerlo, pues al siquiera tocar parte de su terreno sus múltiples fans me detienen enseguida como una horda de fieras bestias intentando obtener un pedazo de carne. 
Si tan sólo supiera sobre mis sentimientos... si tan sólo pensara en mí...
-¡YUTO!- una voz me saca de mi mundo.
-¡Mande!- dije levantándome del asiento, siendo observado por todos los de la clase.
El maestro asesinándome con la mirada me hizo saber que había faltado al respeto.
-¿Algo que quiera compartir señor Nakajima?- su voz autoritaria hacía que hasta el más fuerte de los de mi raza se doblegaran y rogaran por clemencia.
-N-No, nada- me senté apenas, con la voz y cuerpo temblorosos. 
-No he dicho que puede sentarse- perfecto, ahora me estaba viendo de manera dulce, casi burlándose de mi situación.
-Lo siento- me levanté de nuevo, inclinando la cabeza en todo momento.
Nuestro maestro era conocido por su fuerte carácter de mandato. En tiempos antiguos, cuando sucedió la primera gran guerra por el poder, su padre fue el comandante más destacado por acabar con la mayoría de los seres basura de este mundo. Fue un guerrero muy reconocido y su hijo ha seguido sus pasos. Mi profesor es un experto cazador de Demonios, brujos (como llaman a los hechiceros que ayudan a los demonios) y a los rebeldes que no muestren respeto a la raza más poderosa, que en este caso, es la nuestra.
Es bastante estricto y muy meticuloso en su trabajo. A todos nos asusta tener que enfrentarlo de cualquier modo y es que, aún siendo un despiadado cazador, a veces muestra su lado juguetón y bromista. Hace bromas de muy mal gusto incluso a sus superiores y no teme mostrarlo. 
-Ya puede sentarse- me indicó luego de todo un minuto en silencio.
-........~- oí un susurro a un lado. 
Ahora que lo recordaba, quien me había metido en ese problema era quien se encontraba a mi costado derecho. Mi mejor amigo y compañero en todo... Yamada Ryosuke.
Él sabía prácticamente todo sobre mí, claro, omitiendo el pequeño detalle de mi obsesivo amor.
-Cállate. Fue tu culpa el que me reprimiera- 
-No me hacías caso- reprochó haciendo pucheros.
No recuerdo del todo cómo es que lo conocí, simplemente recuerdo que luego de salvarme la vida en la infancia, somos los mejores amigos catalogados como inseparables. Nos protegemos y defendemos el uno al otro. No hay mejor amistad que la nuestra, al menos para mí.
-Ryo-chan, dime algo- pronuncié clavado en mis pensamientos nuevamente.
-Algo...- bromeó, siempre era así, luego mostraba esa risilla suya tan burlesca.
-Basta... – suspiré y me incorporé en el asiento, viéndole de frente- ¿Soy...guapo?- pregunté ya sin importar.
Necesitaba un poco de aliento, algo que me diera fuerzas para confesarle mis sentimientos a Chinen esa tarde. Un impulso solamente de la persona en quien más confiaba.
-No- dijo seco – No eres para nada atractivo- y ahí se iba toda mi confianza- de hecho, a veces me pregunto si algún día alguien podrá amarte, es decir, tu cabello cae desordenado y soso sobre todo tu rostro, no tienes cuerpo ni músculos que te defiendan, además de eso, tus labios son muy pequeños, tus ojos muy apagados y sin mencionar el pequeño bulto al que llamas “Yutín” en las noches cuando te tocas para que reaccione escasos minutos.- rió ante lo último.
De verdad, lo menos que deseaba era que acabara con mi autoestima en esos momentos, pero lo hecho, hecho estaba, más cuando nos dimos cuenta que aquel comentario había sido en un tono de voz bastante fuerte, llegando a los oídos incluso del profesor.
Mi rostro ardía y mis ojos velozmente se posaron en la figura de Chinen, quien ahora parecía ignorar de manera grosera todas las risas y bulla que ya se habían intensificado.
-¡Basta!- al fin el maestro calmó a la multitud bulliciosa. –Nakajima, Yamada... A la dirección ¡Ahora!- éste era mi fin.
 
Hemos pasado varias horas molestas, en las cuales Yamada y el director solamente alegaban de cosas inentendibles para mí. Aunque pude entender sólo una, en la cual el director vociferó un ligero “¿de verdad es tan diminuto?” a lo que Yamada asintió y rió, luego de eso, nos dejaron salir con la advertencia de no más comentarios obscenos y degradantes.
-¡Eso fue el colmo! No lo hagas de nuevo- sollozaba intentando aguantar las lágrimas. Era la primera vez que me sentía tan humillado en mi vida.
-Lo siento, ¿Cuántas veces quieres que me disculpe?- 
-¡Cuantas yo quiera!- pataleaba enojado. A veces Ryosuke podía llegar a ser bastante molesto.
-Ok...- tomó una enorme bocanada de aire y al final comenzó a recitar sin parar “Lo siento”, siguiéndome a todos lados.
Intentaba ignorarlo pero la manera tan persistente en la que rogaba me hacía imposible si quiera pensar en otra palabra que no fuera “Lo siento”.
-¡YA! Está bien, te perdono- pronuncié molesto y angustiado, me nerviaba mucho que me rogaran tanto.
-¡Gracias!- y se me abalanzó contento, abrazándome con fuerza hasta dejarme sin aire.
Así nos reconciliábamos, y es que era difícil permanecer enojado con alguien como él. Yamada era de ese tipo de chicos por quien darías la vida sin importar quién o qué sea el peligro.
-Miren a los novios... ¿Qué no les basta mostrar en clase cuanto se conocen y hasta dónde han llegado en el relaciones, que ahora lo demuestran acá?-  me giré y la imagen más espantosa que nunca jamás pude haber soñado apareció ante mí.
Aquel comentario había sido expresado por Chinen, mi amado...
Ahora no solamente pensaba que era un tarado, si no que de igual manera pensaba que tenía ese tipo de relación con Yamada. Mis ojos no aguantaron más y no pude evitar comenzar a llorar frente a ellos. ¡Vaya error!
-¿Y ahora llora? Si que tiene sentimientos... ¿Por qué lo escondían?- dio una estruendosa risa- si ustedes son tal para cual, no podrían jamás llegar a tener otra pareja~- 
Y ahí estaba, esa frase que me rompió el corazón en mil pedazos. No poder conseguir alguien más que Yamada, eso significaba que estaba sobre-entendido que jamás podríamos llegar a ser algo. Chinen era cruel, bastante cruel con sus palabras.
-¿Y qué si lo somos? Al menos tenemos algo... a diferencia ti, enano, que por más que seas el centro de atención nadie demuestra que te quiere por lo que eres, si no por temor al estatus que tienen tus padres- Cuando Yamada habló, casi muero. ¿Responderle así? ¡¡Buscaba una paliza!!
-¡Mosquita muerta! ¡No te permito que me hables así!- era la primera vez que los veía de esa manera.
-¡Mosquita muerta tu madre! Eres y serás un don nadie que nunca llegará a ser tomado en serio- Yamada se defendía. Nunca había aprendido a cerrar la boca cuando le provocaban.
Chinen ardía. Sus ojos enfurecidos comenzaron a cristalizarse como si llorase de coraje. –Estás celoso por no tener lo que yo. Vaya bicho rastrero y degenerado que tengo al frente.-
-Seré lo que quieras, pero cuando me falte un brazo al menos tendré quien me apoye. Ya veré yo si tus fans te siguen queriendo luego de que pierdas esa cara de niño lindo- Y sin más, Yamada se lanzó contra Chinen.
Estaba asustado. Las palabras no me salían de los labios. Mi cuerpo se congeló sin poder intervenir en ese preciso momento. 
Las chicas que acompañaban a Chinen estaban gritando, pero ciertamente nadie podía detenerlos. Parecía como si desde hace tiempo esperaban alguna razón para pelearse. La sangre ya comenzaba a manchar el suelo, y lo peor era que esa sangre pertenecía a Chinen, quien no podía quitarse de encima a Yamada. “¡Esto va mal! ¡HAZ ALGO!” Mi voz interior me gritaba pero simplemente mis piernas no reaccionaban. Tal vez las palabras de hace un momento de Chinen habían logrado que mi corazón se parara y eso impedía que me moviera. Sea cual sea la razón, ahora era un espectador más que apreciaba con horror como el rostro de Chinen se deformaba por los golpes de Yamada. 
 
-Lo siento- susurré entristecido.
-No te disculpes. No fue tu culpa- me respondió el hospitalizado Yamada.
Luego de la pelea con Chinen, un maestro que pasaba por ahí se entrometió. Gracias al cielo que llegó a tiempo pues por un momento pensé que Yamada mataría a Chinen. Al menos pude respirar por segundos pues, al instante, mi preocupación se acrecentó al ver como se lo llevaban con el director, o eso yo creía. Conseguí que mis piernas se movieran y siguieran de cerca al maestro que jalaba de él, pero, volví a entumecerme luego de ver como lo llevaron fuera de la institución. No supe nada más.
Las clases transcurrieron normales y más o menos una hora antes de terminarlas, Yamada apareció por la puerta con varias heridas en el cuerpo, el labio roto y cojeando de la pierna. Todos miramos estupefactos. Se suponía que era sencillo para nosotros regenerarnos, a menos que la proporción de sangre dentro del cuerpo de cada uno esté por debajo del cuarto. Si ese fuera el caso, las heridas no se curaban con tanta velocidad. Es más, era muy probable que un vampiro en esas condiciones no pueda sobrevivir la noche. 
Sabía que era mi culpa. Yamada se encontraba ahora en el hospital de la academia, me decía que no lo era pero estaba seguro de que sí. Si no hubiese comenzado a llorar, nada de esto hubiera pasado. Mis lágrimas siguieron brotando con fuerza y es que, si no lograba hacer que Yamada se recuperara pronto, su vida perecería en un instante. 
-Lo siento- repetí de nuevo sollozando.
-Yuto~- su voz en vez de parecer preocupada o llena de pena, más bien sonaba tierna. ¿Yamada se había enternecido de mí? O tal vez mi patética figura en esos momentos era motivo de ternura. 
-D-De verdad lo siento.- Volví a susurrar con un hilo de voz, soltando el llanto al fin.
En aquel momento, deseaba ser yo quien estuviera en esa camilla. Nadie le había hecho caso y eso era porque había lastimado a Chinen Yuri, descendiente directo de Lord Vladimir, uno de los soberanos y líder de todas las razas en el mundo entero. Si algo le ocurría al sucesor al trono, quien había sido culpable del siniestro debía pagar con la vida. 
Me tomó en brazos con fuerza. Él también presentía la mala fortuna que caía sobre sus hombros, lo comprendía perfectamente. No lo habían tratado y mis pésimos intentos de primeros auxilios no habían calmado el sangrado ni lo estaban haciendo mejorar. Al menos nos dejaron estar en la enfermería, de lo contrario, ni siquiera podría haber descansado bien. 
-Yuto- me habló firme sosteniendo el abrazo. –Perdón- susurró.
-¿D-De que te disculpas?- hablaba entre cortado, entre sollozos. 
-No era verdad.- inquirió. Al principio no entendía a que se refirió con eso.- Tú no eres un chico feo- rió. 
Mis ojos se abrieron por completo. ¿A qué venía todo esto ahora? –D-De qué hablas-
-Eres bastante atractivo. Tu altura hace que seas el chico ideal para cualquier chica y, tu carisma, hacen que sea quien sea caiga a tus pies. Tu sonrisa refrescante y tu mirada llena de entusiasmo invitan  a querer conocerte. Siento haber dicho que eras feo. Tal vez me quedé sorprendido de tu pregunta. Pero debes entenderme, nunca antes alguien había pedido mi opinión sobre algo, y el que me preguntaras si estabas guapo o no me hizo sumamente feliz. Si aquella persona de la que estás enamorado no te acepta, debe estar estúpida o ........ para no ver el tesoro que eres. Así que no temas en confesarte porque el patético no serás tú, si no ella por no aceptarte- 
Esas palabras eran las que esta mañana esperaba, lamentablemente ya era tarde para pronunciarlas. Pero, aún siendo tarde, aquella afirmación me hizo sonreír como tonto, lo podía sentir. Y una cosa más que me hacía feliz era saber que, aunque yo pensaba que no, Yamada se había dado cuenta perfectamente que estaba enamorado. 
-Sentí celos, esa sería mi siguiente confesión. Pensaba que si te decía que estabas guapo, saldrías corriendo como tonto a confesarle tus sentimientos y al término de las clases, mi amigo de travesuras ya no estaría a mi lado. Disculpa el haberme comportado tan infantilmente.- Ahora estaba sonrojado. Yamada había confesado que me apreciaba mucho. Dios, de seguro ahora mi rostro estaba encendido como tomate.
-¿C-Cómo pudiste pensar en ello? No sería capaz de dejarte atrás nunca. Eres mi mejor amigo, el único amigo que he tenido hasta ahora.- lo apreté con fuerza. Estábamos llenos de emociones cursis en ese momento y poco me importaba lo que pensaran. 
-¡Auch! Eso duele- 
-Lo siento.- me aparté. Había olvidado que estaba herido.
-Yuto... Tengo sueño.- Me dijo adormecido. 
¡No! Estaba bastante herido y agotado y si lo dejaba dormir, de seguro no despertaría. ¿Pero qué puedo hacer? ¡NO SE ME OCURRÍA NADA! Mi amigo estaba al borde de la muerte y yo no podía evitarlo. No tenía sangre ni sabía cómo hacer una transfusión. ¿Qué haré?
-¡No te duermas! Yamada por favor, ¡No lo hagas! ¡No te duermas!- susurré agobiado.
-Tengo sueño... Déjame dormir~ Yuto~- su voz se desvanecía.
“No me hagas esto” susurré en mi interior. No quería perderlo por algo tan tonto como una pelea con Chinen. Pero estaba prohibido darle de nuestra sangre a otro vampiro si éste era marcado con la señal del desprecio. Tenía miedo. Si rompía las reglas sería odiado por todos, incluso por Chinen. Pero si no lo hacía, Yamada moriría y era mi culpa que estuviera en ese estado.
-¡Yamada! ¡Bebe de mí!- coloqué mi cuello junto a su boca, pero él me rechazó.
-No está permitido Yuto. Si lo haces te odiarán...- susurró.
-¡No me importa!-
-Está en contra de las reglas... No lo hagas Yuto... Aún tienes oportunidad de...-
-¡AL DIABLO LAS REGLAS! ¡BEBE DE MÍ! ¡HAZLO YA!- grité con todas las fuerzas que de seguro alguien me pudo haber escuchado.
-Yuto~- 
-¡No quiero perderte!- Sentí que Yamada entendió mis sentimientos en ese momento, pues luego de unos segundos de haber quedado en silencio, tomó mi cuello y enterró sus colmillos con cuidado.

Nunca había sentido la mordida de alguien sobre mí. Era la primera vez que alimentaba a alguien más con mi sangre. ¿Sabría buena? ¿Tendría la cantidad necesaria de leucocitos para poder ayudar a su cuerpo? Mi cabeza pensaba mientras sentía la succión un tanto agresiva de mi sangre. Aunque no me molestaba, de hecho, la suavidad con la cual sus labios se posaban sobre mi cuello me estaba, de cierta forma, excitando. 

Comentarios

  1. owww esta bello x3
    cuando Yamada defendio a Yuto era como asdadsadsadsad YAMAJIMA!
    super interesante!!!

    espero la otra parte :3

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  2. Madre mía, ¡qué no le pase nada a Yamada por el amor de Dios! >.<
    Que angustia. Aún así me encanta la trama *___________*
    ¡Esperemos que no le haya pasado nada a Yamada! Y Yuto tan tierno al querer romper las reglas por él *3*

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